El 9 de julio de 1916 se inauguró en Buenos Aires la “Confitería Del Molino”, un referente de la arquitectura “art nouveau”. Hoy, tras un prolongado cierre de más de 25 años, vuelve restaurada para continuar su leyenda.
La “Confitería Del Molino” es obra del arquitecto italiano Francisco Gianotti, y debe su nombre al molino harinero situado por aquel entonces en la Plaza del Congreso, a escasos metros del local pastelero.
Por su ubicación frente a la legislatura nacional, la confitería fue denominada “tercera cámara”, ya que era el lugar donde diputados y senadores se reunían antes de las sesiones.
Restauración
Tras su cierre “definitivo” en 1997, el conjunto edilicio se declaró monumento nacional de Argentina, en 2014 se expropió y su valoración integral comenzó en 2018.
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“Se finalizó con la restauración de la confitería. Los salones principales del primer piso, la envolvente externa, la torre-cúpula y todo el conjunto de vitrales”, comenta con satisfacción la arquitecta Nazarena Aparicio.
La ley de expropiación establece que la confitería y los salones de fiesta recuperen su uso original. Por su parte, en los pisos superiores se cree un centro cultural para jóvenes artistas y un museo del sitio que cuente la historia del edificio y su valoración, explica Aparicio.
La arquitecta afirma que al comenzar con el proyecto, el estado de abandono era tal que debieron intervenir buzos tácticos para apuntalar el tercer subsuelo, totalmente inundado.
“El edificio se encontraba prácticamente en riesgo de demolición, de derrumbe. Tenía grandes patologías en los componentes principales de su estructura”, recuerda la arquitecta.
Toda la obra se efectuó bajo protocolos internacionales empleados en edificios de valor patrimonial. Un trabajo exhaustivo y puntilloso que requirió de la pericia de especialistas en diversas áreas.
“Fue necesario generar capacitaciones permanentes para dar inicio a esta obra y continuar luego en los distintos soportes. Teníamos acabados en falso mármol hasta falsa maderas, estucados en dorados y demás, que no se utilizan en la actualidad”, detalla Aparicio.
Valor a lo largo del tiempo
En paralelo a la restauración, un equipo de arqueología urbana, llevó a cabo una investigación para recuperar el patrimonio intangible de la confitería y objetos y evaluó su valor histórico-patrimonial.
Asimismo, la comunidad aportó objetos de la confitería, servilletas, cajas de bombones o galletas e incluso fotografías, que permitieron reconstruir los dibujos de los vitrales de la cúpula, que se habían perdido.
“Al margen de los valores materiales y del patrimonio edilicio, que es notable, es muy importante destacar todo este vínculo que tiene la ‘Confitería Del Molino’ con la historia. Por su posición frente al Congreso Nacional y también por lo que significó para nuestra cultura a lo largo del tiempo”, finaliza la arquitecta.