Las mujeres en Euskadi que trabajan a pie de obra en el sector de la construcción representan un 1 % del total de los más de 53.000 trabajadores empleados en este ámbito, una problemática “invisibilizada”.
Así lo manifiesta un estudio de la arquitecta bilbaína Ane Alonso, que se nutre de testimonios de mujeres fontaneras, carpinteras, albañiles o pintoras. Los casos forman parte de un estudio que presentó el instituto Emakunde.
El informe revela que la presencia de mujeres en el sector es de apenas el 8 %, y cuando se consideran los trabajos más manuales que se realizan directamente a pie obra, el porcentaje se reduce al 1 %.
Esta segregación en el sector es “una problemática invisibilizada y normalizada”, explica la arquitecta, y, por tanto, no hay demandas de mejora o de intervención para revertir el desequilibrio existente.
“Parece que a nadie le llama la atención que siga habiendo un sector laboral en el que las mujeres son excluidas”, recalca el estudio en el que se alerta de que este problema no está en ninguna agenda política en Euskadi.
Testimonios de mujeres
Los testimonios de las mujeres entrevistadas ponen de manifiesto situaciones como estas:
“Como coordinadora en las obras me he encontrado mucho machismo. De mirarte como si no supieses nada solo por el hecho de ser mujer”, denuncia una empapeladora.
Otra de las barreras que impiden a las mujeres acceder al sector son los estereotipos sobre la necesidad de fuerza física, la asunción de riesgos y la hostilidad del ambiente entre hombres.
Sin embargo, las mujeres del sector explican que gracias a la utilización de maquinaria y a los avances tecnológicos, la mayoría de los trabajos a pie de obra a día de hoy no requieren de grandes dosis de fuerza.
“La normativa de seguridad y salud en el trabajo regula para que no sea necesario ser especialmente osado o valiente”, se explica.
¿La obra no es para mujeres?
Las mujeres entrevistadas aseguran que “ni hace falta tanta fuerza ni es cierto que las mujeres no puedan desarrollarla”.
Por ello, el estudio aboga por “deconstruir la imagen del ‘obrero tipo’ que poco tiene que ver con quienes trabajan actualmente en la construcción”.
La ausencia de referentes en los que sentirse identificadas es otra de las barreras “más evidentes” que señala el estudio que perciben las mujeres. “Les envía el mensaje de que la obra no es para mujeres”, explica.
La suma de estos factores hace que aquellas que pese a todo se atreven a ingresar en el sector, se ven condenadas a esforzarse el doble que en otras profesiones y que los hombres.
Sin embargo, el informe deja claro que el hecho de ser un sector claramente masculinizado se traduce en mejores condiciones laborales y de remuneración económica que otros más feminizados.
Además, la construcción es un nicho de mercado que concentra 15 de cada 100 nuevos puestos de trabajo que las mujeres no están pudiendo aprovechar. De ahí la importancia de fomentar la presencia de trabajadoras en este sector, concluye el estudio