De ser una pequeña casa abandonada pasó a convertirse en la Casa del Árbol. Se trata de una armoniosa residencia de fin de semana situada en la región montañosa de Atibaia, a unos 80 kilómetros al norte de São Paulo.
Casa da Árvore, en portugués, destaca por el uso de unas soluciones típicas del interior de Brasil acompañadas por pinturas realizadas por la propietaria hace dos décadas.
Esta armonía decorativa le permitió recibir la Mención de Honor del prestigioso DNA París 2021, en la sección de Diseño Interio-Renovación.
Además, en 2020 fue nominada a Edificio del Año en el ArchDaily.
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El estudio Candida Tabet Arquitetura se encargó de desarrollar esa transformación a partir de una pequeña casa abandonada, construida en los años 80, y su cobertizo anexo.
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De casa abandonada a una obra de arte y diseño
Durante los años de abandono, las paredes de la vivienda sirvieron como un lienzo en blanco para la joven hija del propietario, entonces futura estudiante de la artes plásticas, según el portal inmobiliario Idealista.
Hoy es la actual propietaria y promotora de reformar la casa abandonada para convertirla en una residencia familiar.
Sin embargo, antes exigió que cualquier intervención debía mantener todas las pinturas en las paredes, la mayoría son de 2000.
El diseño se centró en los conceptos de tiempo y nostalgia como fundamento al proceso creativo, para otorgar al espacio la atmósfera ‘wabi-sabi’ deseada.
Con ello, la casa del árbol presenta una alusión a la sencillez y el «antilujo» en la orientación estética del proyecto.
En esta línea, el trabajo volumétrico complementado por las aberturas y vanos encuadran la luz natural del exterior que se funde con la vegetación interior de la vivienda y los murales.
Un toque brasileño
La elección de los materiales rescató los lenguajes simples y caboclos del interior de Brasil, buscando implementar soluciones típicas de la región por su gran rendimiento térmico.
Como ejemplo se encuentran las paredes de adobe o las tejas coloniales de cerámica. Las piedras de los muros se recogieron del propio suelo alrededor de la casa.
Se propusieron elementos y soluciones no convencionales a medida que se avanzaban las obras.
Así, la casa se desarrolló y maduró junto con la propietaria, con la creación de un nuevo espacio construido para jugar, contemplar y emocionar.
Tras la reforma finalizada en 2019, la Casa da Árvore tiene 300 m2 distribuidos entre cinco suites, cocina, despensa y una sala de estar y comedor diáfanos con un ventanal que conecta con la terraza.
El estudio de Candida Tabet Arquitetura logró en Casa da Árvore la combinación entre arquitectura, interiores y diseño, a partir de la búsqueda de materiales y del interés por los detalles.