Tom Gimbert, un exponente de la ‘arquitectura vegetariana’, tiene la intención de dar paso a esta modalidad en Perú, con un hotel construido con caña, bambú y aserrín.
El hotel tiene tres pisos hechos con madera, levantados con técnicas artesanales como la del tabique, que el arquitecto investigó durante varios años.
Perú es un país donde abunda la materia prima ‘natural’, pero también las construcciones de cemento, fierro y el ladrillo industrial. Incluso es el tercero país en uso del cemento en Latinoamérica.
La apuesta por la arquitectura vegetariana
Tom Gimbert es un admirador del arquitecto colombiano Simón Vélez y su ‘arquitectura vegetariana’, que considera que existe una sobredosis de minerales en la construcción.
Para Gimbert, la arquitectura es creatividad, movimiento y adaptación constante, así, edifica el hotel en un pequeño balneario al norte de Perú y un albergue a orillas del lago Titicaca, con piedra, barro y la planta totora.
«Creo que es más retador y divertido construir a partir de los materiales que encuentro en la zona, que hacerlo al revés, como la gran mayoría», dijo el arquitecto francés a El País.
En Máncora, un pequeño distrito playero en Perú, promueve un enfoque de edificación que aprovecha materiales locales y técnicas ancestrales para crear casas, hoteles y colegios sostenibles y armónicos con el entorno.
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Un edificio ecológico
En el hotel Eco Lodge, que produce una bajísima huella de carbono y una estética natural propia de la zona, también se utilizaron madera, hualtaco, caña, tierra, cal, basura y excremento de burro como pegamento.
Asimismo, se utilizó trocitos de una lancha malograda, y de techo, el plástico de una publicidad. Con este proyecto, se busca replicar un modelo masivo que propicie el orgullo y la apropiación de los peruanos con su territorio y su pasado.
La propuesta es interesante, si se considera que en 2019 Perú consumía un promedio de 350 kg de cemento por habitante, lo que lo ubicaba como el tercer país de la región, según la Cámara Peruana de la Construcción.
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