Una milenaria maqueta bien conservada de la cultura Caral fue descubierta por un grupo de arqueólogos. Un hallazgo que demuestra la planificación de sus antiguos centros urbanos, según los responsables del yacimiento.
La cultural Caral, considerada la civilización más antigua de América, floreció cerca de Lima, Perú entre el 3000 y el 1800 a. C.
Este modelo en miniatura revela un diseño urbano, constituido por un conjunto de edificios piramidales. Sus fachadas principales se orientaban a un espacio central público, lo que demuestra la planificación de «los antiguos urbanistas de los Andes», según un comunicado del sitio arqueológico.
La maqueta fue elaborada con arcilla y pequeños cantos rodados o piedras de río. Se compone de siete edificios, que tienen una altura promedio de 20 centímetros, con casi un metro de lado.
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Según el comunicado, fue descubierta en la cima del edificio público de El Molino, el asentamiento se ubica en la sección baja del valle de Supe (provincia de Barranca, en Lima) y data del Periodo Formativo (2200-1500 a. C.).
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«Especialistas en arquitectura»
Esta maqueta, descubierta en 2017, fue estudiada y conservada por los arqueólogos de la zona arqueológica.
Y se presentó «como una evidencia excepcional de la existencia de especialistas en arquitectura, cuyo trabajo consistió en planificar el diseño urbano de los asentamientos, distribuidos en la variada ecología del valle».
«Las investigaciones realizadas desde 2012 en el antiguo centro urbano El Molino del valle de Supe, donde floreció la civilización Caral, han revelado detalles asociados a la planificación y organización de los antiguos centros urbanos andinos«, se indicó.
Dicha investigación se encuentra bajo la dirección de la doctora Ruth Shady Solís, directora de la Zona Arqueológica Caral, Unidad Ejecutora 003 del Ministerio de Cultura.
La ubicación del asentamiento permitía a sus pobladores un fácil acceso a los recursos del río y del bosque ribereño, a los manantiales, las tierras de cultivo y a los caminos que conducían a la quebrada Tayta Laynes y el litoral.
Los hallazgos
El Molino estuvo conformado por un edificio público piramidal mayor y dos edificios públicos piramidales menores.
Estas edificaciones fueron erigidas alrededor de un espacio público abierto de casi una hectárea de extensión. Mientras que en la parte posterior de los edificios de estos dos sectores, se ubica otra área donde se encontraron restos de viviendas.
«En los depósitos de los edificios piramidales mayor y menor se han recuperado restos de moluscos marinos, como choro zapato, macha, oliva, caracol negro y chanque. Entre los peces, anchoveta y sardina. También hay restos vegetales, como guayaba, zapallo, frijol y algodón. Se trataba, en suma, de una economía de subsistencia mixta, agropesquera, potenciada por el intercambio del algodón», indicó el comunicado.
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Una sociedad jerarquizada
Por las características de los componentes de la urbe, puede afirmarse que la sociedad de El Molino estuvo jerarquizada.
Los salones con fogones centrales rodeados por banquetas, ubicados en la cima de los edificios, son testimonio de la realización de ceremonias en las que participaban pobladores de élite.
Desde 1994, la Zona Arqueológica Caral investiga en doce centros urbanos, de 25 identificados, vinculados con la civilización Caral, uno de los focos civilizatorios del mundo y el primero del continente americano.