Desde fuera parece un templo hindú y por dentro, una mansión parisina: es el Palacio del Barón Empain. Fue construido a principios del Siglo XX en el recién nacido barrio de Heliópolis, Egipto y permaneció en el olvido desde los años 50 hasta su apertura este martes como museo.

No se explica cómo el llamativo palacio de color teja, formado por un edificio principal y una torre, adornado con elementos de la arquitectura jemer o camboyana, permaneció tanto tiempo cerrado y en decadencia, hasta que comenzó su restauración en 2017.

En las pasadas décadas, a medida que los edificios modernos y la contaminación de El Cairo lo fueron envolviendo, generó mucha admiración así como rumores de que estaba habitado por espíritus y otros seres.

El edificio estaba infestado por aves y murciélagos, a los que tuvieron que expulsar los restauradores. La estructura estaba bastante dañada a pesar de que el palacio tiene un esqueleto de hormigón, algo poco común cuando se construyó entre 1907 y 1911.

Un edificio especial

Momen Mohamed Ozman, director de Museos del Ministerio de Turismo y Antigüedades egipcio, explicó que la rehabilitación no fue fácil debido a los problemas estructurales, además de restaurar los elementos históricos y mejorar sus instalaciones para convertirlo en un museo para el público.

«La fachada y los elementos de adorno son como piezas de arte, hay que tratarlos con mucho cuidado», agregó.

El arquitecto francés Alexandre Marce fue quien diseñó el palacio de dos pisos. Tiene una gran terraza adornada por estatuas y templetes, a la que se accede a través de una empinada escalera de caracol de madera, también restaurada.

Era la residencia del barón belga Edouard Empain, que en 1906 decidió levantar el barrio de Heliópolis en un terreno desértico de 2 mil 500 hectáreas. Su idea era vivir lejos del entonces centro de la capital a orillas del Nilo. Para su hogar pidió un diseño europeo pero un estilo arquitectónico más oriental en el que se mezclan elementos islámicos y asiáticos.

El palacio permaneció en manos de la familia hasta 1954, cuando las nietas de Empain lo vendieron y entonces empezó su abandono. Su decadencia coincidió con la del barrio tras la llegada al poder de Gamal Abdel Naser, que acabó con el ambiente cosmopolita y expropió a las comunidades extranjeras de El Cairo.

En 1993 el Palacio del Barón se reconoció como patrimonio nacional y en 2005, por fin, quedó en manos del Gobierno, aunque permaneció cerrado y en un estado lamentable.

Egipto, más que pirámides

Desde que el Ministerio de Antigüedades se hizo cargo del monumento todavía se necesitaron años para elaborar el proyecto de rehabilitación, que inició a mediados de 2017 con un costo de más de US$10 millones.

Su inauguración y destierro del olvido se da en medio de en medio del Covid-19. Según Mohamed Ozman, el nuevo museo demuestra que en Egipto «no se conservan solo los monumentos faraónicos, sino también el patrimonio moderno», que suelen pasar inadvertidos por las pirámides y los templos.

Del olvido a nuevo atractivo turístico

Este 30 de junio solo ciudadanos egipcios han podido ver el Palacio del Barón, que se suma a los atractivos que los turistas extranjeros podrán visitar a partir de mañana, cuando puedan volver a viajar a Egipto después de un parón de más de tres meses por el coronavirus.

Si bien hoy todos los visitantes llevan mascarilla, en el interior del palacio no se han mantenido las distancias de seguridad, sobre todo en las majestuosas escalera y terraza, donde nadie ha querido renunciar a sacarse un selfi.

El director invita a los visitantes a entrar, ver y disfrutar del edificio «después de tanto tiempo olvido y todas las cosas feas que se han dicho sobre él».

Fuente: EFE, Francesca Cicardi

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