Los factores que contribuyen a la felicidad son tan subjetivos y específicos como los miles de millones de humanos en los que influyen, pero hay algunos que han seguido resonando con el tiempo, como la familia, los propósitos y la riqueza.
Los tres primeros ejemplos son difíciles de medir, pero los últimos se pueden analizar de una manera basada en datos.
¿El dinero realmente compra la felicidad? Para saberlo, es de mucha ayuda el Informe Mundial de la Felicidad (World Happiness Report), que utiliza datos de encuestas globales para informar cómo las personas evalúan sus propias vidas en más de 150 países.
Riqueza y felicidad
Para calcular los resultados, se incluyeron también los datos de Credit Suisse, que desglosa la riqueza media por adulto en varios países del mundo.
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Si bien los resultados no apuntan definitivamente a que la riqueza contribuya a la felicidad, existe una fuerte correlación en todos los ámbitos, según un artículo de Visual Capitalist.
«En términos generales, los países más pobres del mundo tienen los puntajes de felicidad más bajos, y los más ricos informan ser los más felices«, indica el autor Nick Routley.
Observaciones a nivel regional y nacional
Si bien muchos de los países siguen una tendencia obvia (más riqueza = más felicidad), hay matices y valores atípicos que vale la pena explorar.
En América Latina, las personas autoinforman más felicidad de lo que la tendencia entre riqueza y felicidad predeciría.
Por otro lado, muchas naciones en el Medio Oriente reportan un poco menos de felicidad de lo que los niveles de riqueza predecirían.
La agitación política, una crisis económica y la devastadora explosión en Beirut han hecho que el Líbano anote mucho peor de lo que cabría esperar. Durante la última década, el puntaje del país cayó en casi dos puntos completos.
Hong Kong ha visto hundirse su puntaje de felicidad durante años. La desigualdad, las protestas, la inestabilidad y ahora los brotes de covid-19 han colocado a la región en una zona inusual en la tabla: rica e infeliz.
Examinando la desigualdad y la felicidad
Visual Capitalist analizó la relación entre la riqueza y la felicidad entre los países, pero ¿qué pasa dentro de los países? El Coeficiente de Gini es una herramienta que permitió hacer precisamente eso.
Con esta medida se analizó la distribución del ingreso entre una población y aplica una puntuación a esa población. En pocas palabras, una puntuación de 0 sería «igualdad perfecta», y 1 sería «desigualdad perfecta»
Es decir, un individuo o grupo de receptores está recibiendo toda la distribución del ingreso. Combinado con la misma escala de felicidad que antes, así es como se forman los países.
«Si bien no hay una conclusión férrea que pueda derivarse de este conjunto de datos, hay observaciones generales que vale la pena destacar», indica el portal especializado en el tratamiento de datos.
En primer lugar, los países con menor desigualdad de ingresos tienden a reportar también más felicidad.
A pesar de la alta desigualdad de ingresos, muchos países latinoamericanos reportan niveles de felicidad similares a los de muchas naciones europeas mucho más ricas.
La conclusión
La gente ha estado buscando comprensión sobre la felicidad durante milenios, y es poco probable que los conjuntos de datos de corte y corte de cortes descifren el código. Sin embargo, al igual que la búsqueda de la felicidad, la búsqueda de la comprensión es la naturaleza humana.
Y, en términos más concretos, cuanto más entiendan los responsables políticos y el público el vínculo entre la riqueza y la felicidad, más probable es que podamos dar forma a sociedades que nos den una mejor oportunidad de vivir una vida feliz.
Los resultados no concluyen que la riqueza contribuya a ser feliz, pero sí existe una fuerte correlación en todos los ámbitos. En términos generales, los países más pobres del mundo tienen la puntuación de felicidad más baja y los más ricos son los más felices.
En la parte alta de la tabla aparecen los países nórdicos, y la mayoría de los países europeos, junto a Canadá, Nueva Zelanda, Australia o EE. UU.