La activación del teleférico en Ciudad Bolívar, en Colombia, benefició cerca de 700 mil vecinos por el desarrollo social y económico que ha provocado en la zona.
Un lugar donde no había acueducto, electricidad, ni conexión telefónica, los residentes transportaban agua de un manantial a lomo de burro, renació gracias a los servicios urbanos que satisfacen sus necesidades.
El transporte pionero del cambio en Ciudad Bolivar fue el teleférico «TransMiCable», que representó un punto de inflexión para casa 20 mil habitantes que ahora utilizan el sistema todos los días.
El viaje por aire les toma cerca de 15 minutos, en comparación con el promedio de una hora y 20 minutos en los anticuados buses locales con sobrecupo que transitan en las calles, en su mayoría sin pavimentar.
Rápida urbanización
La rápida urbanización de Bogotá ha ocasionado un pico en la demanda de transporte: De 9 millones de viajes al día en 1995 a 17.3 millones en 2015.
Asimismo, los bajos niveles de inversión en infraestructura han generado desafíos significativos para el sistema de transporte urbano.
La situación es abrumadora en barrios como Ciudad Bolívar, que empezó como asentamientos informales sin los beneficios de la planeación urbana.
El teleférico, que inició su operación en diciembre de 2018, ha mejorado de una manera sustancial la conectividad del distrito en la periferia localizada más al sur con otras áreas de la ciudad.
También se ha convertido en un punto de referencia en Ciudad Bolívar, tanto para residentes como para visitantes.

Mejor vida en el barrio
No obstante, buena parte del impacto del teleférico también se nota bajo sus cables y góndolas.
Entre semana, docenas de niños juegan fútbol en la cancha de un nuevo parque construido junto a una de las cuatro estaciones de TransMiCable.
Alrededor de ella, las calles recién pavimentadas están repletas de peatones; los clientes colman los nuevos restaurantes.
Además construirán un centro integrado que proveerá servicios públicos.
En donde los habitantes podrán pagar sus facturas y solicitar documentos en su propio barrio sin tener que desplazarse a áreas más centrales.

“Todo está cambiando”, dice Alfonso Mateus, un líder comunitario que lleva viviendo 20 años en el barrio Manitas. “Antes sólo había calles sucias y casi no había seguridad. Difícilmente había algún negocio porque no había a quién venderle”, expresa Mateus.
Sandra Caicedo, propietaria de la Tienda JD, manifiesta que convirtió un cuarto de dos por tres metros del primer piso de la casa de su hermano en un restaurante debido al gran número de personas que van y vienen de la estación cercana.
“Estoy ganando más dinero del que ganaba en mi trabajo anterior. Ahora puedo ayudar a mis hijos a pagar la universidad”, expresó.
Construcción de infraestructura
El objetivo principal del cambio en la infraestructura era hacer posible que las personas pasaran más tiempo con sus familias, sin embargo ahora están pensando en un desarrollo urbano.
En ciudad Bolivar, El 90% de los residentes son personas de ingresos bajos y más del 10 por ciento viven en pobreza extrema, con menos de US$1.20 al día.
Una parte importante del proyecto consistía en conocer las preocupaciones de la comunidad y abordarlas.
Para hacerlo, el Instituto de Desarrollo Urbano lideró docenas de reuniones comunitarias de modo que los ciudadanos pudieran expresar sus opiniones.
La ciudad también invirtió en un enfoque no convencional para comunicarse con los residentes: Los niños del área.

* Con información de: IFC.