La vivienda social en Latinoamérica ha sido un tema recurrente. Han habido aciertos y errores cometidos a lo largo del proceso de poder construir una vivienda digna para todas las personas.

Dicen que de los errores de otros se puede aprender mucho, es por eso que a continuación encontrarás algunas creencias que en la actualidad guían a la vivienda social, aunque ya se consideran «anticuados».

Conjuntos habitacionales y barrios marginales en São Bernardo do Campo, Brasil.

Construir espacios urbanos

Los proyectos existentes de vivienda social se conceptualizan y construyen como dormitorios baratos y por lo tanto siguen una filosofía de planeación militar/industrial:

Construir la mayor cantidad de unidades, lo más barata y eficiente posible.

Sin embargo, se cree que se de debería abandonar este paradigma mental y construir espacios urbanos.

Construir un espacio urbano es un reto mucho más complejo, lo cual requiere un compromiso complejo más allá de los pequeños círculos políticos y las élites profesionales.

Incluir al usuario

Para construir un proyecto urbano eficiente, la entidades directoras desean tener el mayor control sobre el proceso de construcción. Este requisito práctico implica la exclusión de la participación del usuario.

Incluir servicios cercanos

Un proyecto convencional de vivienda social rara vez se preocupa por la accesibilidad a la red urbana. Está es usualmente construida en áreas desconectadas (muchas veces rurales).

Paraísos Siniestros: vivienda de interés social en México. Image © Jorge Taboada

Casi siempre, el tema se entiende sólo como un problema de “vivienda”, que por lo general mide su éxito en términos de la cantidad de “unidades” y del impacto inmediato a los individuos.

Esto debería ser diferente y en medir la cualidad (o sustentabilidad) de la vida en comunidad que resulte.

Intereses propios

El emplazamiento típico de los proyectos de vivienda social tiene una poderosa razón económica:

Los dueños de las tierras se las han arreglado para conseguir un cambio de uso de suelo para obtener para sí mismos una extraordinaria ganancia económica.

Esto es parte del mal desarrollo de las ciudades. Más allá de esto, el proyecto mismo, el gobierno y los usuarios rara vez se benefician de algún modo con esta excesiva plusvalía.

Dar paso a la innovación

La forma en que se plantea un proyecto de vivienda social convencional y la configuración de las unidades que lo conforman dan muy pocas o ninguna opción para influir futuros desarrollos.

Así mismo, presentan un número de obstáculos para su evolución en el tiempo. Este impedimento frustra la esperanza de los habitantes y suprime sus proyectos de mejoras sociales y económicas.

Entonces, ¿cómo se pueden planear edificios para gente de bajos recursos sin crear “proyectos”, barrios y guetos?

Al pensar en vivienda social tienen que incluir un proceso más general de creación de ciudades de redes saludables.

También es importante estar conectado a la ciudad mediante redes globales: calles principales, sistema de transporte público, redes políticas y sociales, entre otros.

Parte del paradigma del gobierno es que la “vivienda social” debe seguir un conjunto especial de políticas dirigidas a un problema específico, y administradas a través de sitios específicos.

La vivienda social se convierte en una categoría abstracta definida sólo en términos de las patologías de individuos que necesitan alguna ayuda que se refleja en forma de pagos a los propietarios de la vivienda.

Así, el “sitio” es una categoría de individuos, separados sólo por las conexiones de la comunidad.

* Leído en: plataformaarquitectura.cl

Te puede interesar:

Temas relacionados

Suscríbete a nuestro newsletter

Síguenos en nuestras redes sociales

Reciente